lunes, 30 de noviembre de 2015

''Adiós Romeo''

El otro día me leí la célebre obra de William Shakespeare, Romeo y Julieta. Sí, esa historia de amor taaaan trágica que todo el mundo conoce. Pues bien, al haber profundizado un poquito sobre el autor y la historia he llegado a la conclusión de que el dramón del escritor inglés no es más que una demostración de lo ingenuas que somos las personas, pertenezcamos a la época que sea. Si se mira la obra desde un punto de vista diferente, te acabas dando cuenta de que la historia se basa en el enchochamiento de un picaflores con una muchacha amargada por la situación de sus padres, y esta relación no les trae más que problemas. Es cierto que su amor se considera un amor puro, pasional e irracional que va más allá de todos los obstáculos, un amor que a todos nos gustaría vivir al menos una vez en la vida, pero también es verdad que se trata de una idea que nos han metido en la cabeza desde siempre. Cuando empezamos a conocer a ese alguien nos imaginamos una historia como la de estos dos. Pero, ¿realmente queremos eso? La idealización del ''romance perfecto'' se nos ha ido de las manos. Puede sonar egoísta, pero el amor tiene que ser algo que te aporte felicidad, no que te la aparte, que los momentos con la pareja sean un escape a los problemas, no una mina de ellos, darte un soplo de ánimo para poder enfrentar mejor las adversidades que se te pongan delante... Debe realizarte. Entendemos que si sufrimos por amor lo estamos haciendo bien, porque significa que amamos a la otra persona...¿Pero nos amamos a nosotros mismos? Si tal vez y sólo tal vez Romeo y Julieta se hubiesen planteado el seguir caminos distintos y mirar por su bien propio podrían haber sido también felices (y haber llegado como mínimo a los cuarenta años). Y es que a veces es mejor que duela un poco y luego recuperarse a dejar que poco a poco te consuma y acabe contigo. Porque por mucho que nos cueste aceptarlo, las cosas no pueden forzarse, y a veces la única solución que nos queda es pasar al siguiente capítulo... Por muchas ganas que se tengan de dejar doblada la esquina de la página.




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