miércoles, 17 de abril de 2013

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Me pidió que cerrase los ojos y así lo hice. Escuché sus pasos, que cada vez se acercaban más a mí.
No pasaron apenas quince segundos hasta que noté su perfume mezclándose con el aroma de la tierra mojada y las hojas secas que caían de los árboles de aquel parque en esa fría tarde de noviembre.

Me agarró por la cintura y me atrajo hacia él, hacia su cuerpo, sujetando mis caderas en esos cálidos y fuertes brazos en los que tantas veces había querido estar envuelta, aquellos donde me sentía protegida, sin miedo, donde me sentía la chica más pequeña del mundo pero a la vez la más grande.

¿Podía creer lo que estaba sucediendo? Notaba su respiración, el vapor que salía de su boca a consecuencia del frío de aquella tarde de otoño, podía sentir los latidos de su corazón cerca de mi pecho muy cerca, hasta tal punto de llegar a contar sus pulsaciones.
.No podía creérmelo, quería abrir los ojos y estar segura de que todo esto era verdad, que no era producto de mi imaginación, que él estaba a mi lado, cada vez más cerca...

Abrir los ojos era lo que más necesitaba justo en ese momento. La cabeza me daba vueltas y el cosquilleo en mi estómago crecía por momentos. ¿Esto es a lo que realmente llaman amor? Fuese lo que fuese quería cerciorarme de que era cierto.

Y tras decidirme por fin abrí los ojos justo en el momento en el que su rostro se acercaba a mis labios y nos fundíamos en el beso con el que había soñado tantas veces. Un beso cálido, sincero, lleno de dudas y a la vez de respuestas.

 Un beso de esos en los que te apetece gritar miles y miles de cosas pero que únicamente me hizo decir en un leve susurro un tímido ''Te quiero''.